Jorge Oteiza nació en Orio el 21 de octubre de 1908. Escultor, poeta, filósofo y arquitecto vocacional fue uno de los artistas más importantes del siglo XX y figura clave de la vanguardia de la década de los 50. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1988 y la Medalla del Círculo de Bellas Artes en 1998.
En 1927 se trasladó a Madrid con el propósito de estudiar arquitectura, pero finalmente se matriculó en medicina. Tres años después dejó la carrera para apuntarse en la Escuela de Artes y Oficios. En 1935 marchó a América del Sur, donde compaginó durante años la creación con la enseñanza. A su regreso en los años 50 luchó por la revitalización del mundo artístico vasco con la creación de grupos vanguardistas como Equipo 57, Gaur, Emen, Danok y Orain. Fue entonces cuando se le encargó la escultura para decorar la fachada de la Basílica de Arantzazu.
Su obra evolucionó desde las formas expresionistas a una reflexión sobre el vacío que pasó a ser la protagonista en sus obras. Con ello pretendió expresar “el vacío existencial del espíritu humano”. En los años 60 abandonó la práctica escultórica convencional para desarrollar nuevas inquietudes creativas como la poesía, la arquitectura o la filosofía. Quosque tandem...! Ensayo de interpretación estética del alma vasca, su escrito teórico más destacable, data de esa época.
En su obra supo conjugar la espiritualidad de los monumentos megalíticos, especialmente los del País Vasco, con las innovaciones de los movimientos de vanguardia. Su labor pedagógica, así como sus aportaciones en el campo de la estética y la teoría del arte contribuyeron a forjar varias generaciones de escultores.