“He querido hallar la forma y color, en combinación estética,
que facilite un clima de oración, de elevación espiritual.
No he querido hacer catecismo en mis vidrieras”.
Javier Álvarez de Eulate
Las vidrieras que Javier Álvarez de Eulate ideó para el Santuario de Arantzazu son ocho espacios de forma redondeada colocados simétricamente a cada lado de la nave transversal en la parte superior del muro. Tienen una estética abstracta con el predominio de formas suaves y ondulantes. El color predominante es el azul con algunas pinceladas de rojo y blanco.
El propio Eulate interpretó así sus vidrieras: “Son composiciones en que las líneas se entrecruzan formando espacios que el color define en claros y oscuros por rigurosa alternancia dentro de una armonía de azules, verdes, violetas y algún chispazo rojo. Fundamentalmente son composiciones abstractas pero con ciertas sugerencias figurativas: formas que recuerdan el espino de la aparición y trozos del paisaje montañoso de Arantzazu que se transfiguran a los huecos irregulares donde se sitúan los cristales y tiñiendo la mampostería de la iglesia de una luz misteriosa azulada”.
Las vidrieras están integradas en la Basílica con gusto y equilibrio. No destacan por sí mismas, sino que se acomodan a la idea general del proyecto limitándose a decorar la casa de Dios.